Como muchos otros ingresé al mundo de la computación, en la época de las microcomputadoras de 8 bits. A finales de los años 80 y principio de los 90, previo a la llegada masiva de las PC, el mercado estaba dominado por marcas como Spectrum, MSX, Amstrad, pero entre todos los modelos sobresalía la Commodore 64.
Commodore ingresó a los hogares con la Commodore 16 y a las empresas con la Commodore 64, la cual creció en popularidad gracias a la gran cantidad de software que se escribió para ese modelo. Los desarrolladores de video juegos vieron con buen ojo las características únicas que tenia la C64 para generar sonidos gracias a su chip dedicado SID 6581/8580, todo un sintetizador digital de sonidos, por lo que la Commodore 64 ingresó finalmente a los hogares como consola de juegos.
En aquellas épocas la falta de sistemas operativos visuales, hacía que si o si le debamos dar ordenes a la computadora de que hacer cuando terminaba de arrancar. En el caso de Commodore nos invitaba directamente a programar en el lenguaje Basic V2. Cuando la mayoría de las personas solo ejecutaban metódicamente el comando «LOAD» para cargar su video juego favorito, yo acepté la invitación de Commodore y me puse a programar mis primeros códigos en Basic V2.
Todo era muy diferente a lo que es ahora, los programas se escribían con número de linea, y la sentencia «GOTO» abundaba por el código de programación. Nada de clases, objetos ni eventos, la programación era lineal y de ejecución en secuencia.
10 PRINT «Mi nombre es Ulises»
20 GOTO 10
Tan simple como esas dos líneas fue mi primer programa de computación. Llegaría luego a mis manos la por aquel entonces poderosa Commodore 128, con el doble de memoria RAM y un nuevo diseño que incluía teclado numérico entre muchas otras novedades.
Mi primer impresión que aquella nueva computadora fue en principio decepcionante. Parecía ser que los juegos de la Commodore 64 no eran compatibles con la nueva y flamante C128, por lo que me puse a programar mis propios video juegos. Junto con manuales y fotocopias que conseguía aprendí los nuevos trucos del Basic 7.0, lenguaje con el que me sentía cómodo y a gusto para seguir escribiendo código. En aquel momento ni existía internet (al menos como la conocemos hoy) por lo que todo el proceso de aprendizaje era leer, probar y aprender del error.
El desarrollo de video juegos fué una «gran escuela» para aprender sobre programación. Estructuras de control, bucles, fórmulas matemáticas que modelen la física del juego, computación gráfica, fue necesario dominar varios aspectos del desarrollo de software para poder hacer un humilde video juego que sea capaz de entretenerme. Así de simple, jugando aprendí a escribir software, ello desató mi pasión por la electrónica y la programación de computadoras desde temprana edad.
Un día finalmente descubrí que mi Commodore 128 tenía tres modos de trabajo y uno de ellos era el modo 64, el cual ofrecía total compatibilidad con el software escrito para la Commodore 64… incluso los juegos!. Pero el bichito de la programación de computadoras ya me había picado y nunca mas pude abandonar el hábito de escribir software.
Para la Commodore 128 estaban los días contados, Commodore tenía su producto estrella en el mercado, equipada con el poderoso microprocesador Motorola 68000 de 16 bits, salía así al mercado la Commodore Amiga, la primera computadora multimedia de la historia. Su novedoso sistema operativo Amiga OS combinaba una atractiva interface gráfica (si ventanas!) con la confiabilidad del veterano unix.
Ya en el horizonte estaba Intel con su familia de procesadores 8086, que dieron origen a la PC tal como la conocemos hoy, lo que me permitió evolucionar con los lenguajes de programación al tiempo que la misma tecnología comenzaba a superarse a si misma año a año. Aparecían el GW Basic, el QBasic para finalmente llegar a los lenguajes visuales y el cambio de paradigma cliente servidor que trajo consigo un cambio total en la manera de trabajar con el software.